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Habemus papam

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Frederic-Larsan


"Maestro, lo de la humo blanco me parece como muy primitivo", me dice Agador mientras vemos en la CNN las imágenes que muestran la fumata blanca ascendiendo al cielo romano.

"Agador, se trata de una tradición como tantas otras, lo importante es la señal; el nuevo representante de Dios en la tierra ha sido elegido".

"¿Pero qué fuman para que salga humo blanco? He fumado de todo y no recuerdo nada que eche humo blanco".
Aquí está de nuevo, mi animalito preferido; unos ojos puros e inocentes rodeados de una inmensidad perfecta. La piel tersa joven y el vello rubio poco poblado. Es tan poco consciente de su belleza y su potencial, como fresco y espontáneo en sus respuestas. "Aga. ¿Qué más te da eso? Hace siglos que se hace de esta manera. Lo bonito de las tradiciones es que persisten a lo largo del tiempo. Creo recordar que utilizan un producto que echan en las brasas de la chimenea y que produce un humo blanco. De esa manera, los feligreses congregados en la Plaza de San Pedro pueden al fin saber que hay un nuevo Papa electo en el Conclave de la Capilla Sixtina."

"Pero señorito, ¿no me dice usía constantemente que vivimos en una aldea global y que las redes sociales se han convertido en la herramienta de comunicación más efectiva y necesaria de nuestra realidad vital? ¿Entonces, para qué hacer una hoguera blanca? Me hace recordar a las películas del lejano oeste de John Wayne, cuando los indios se comunicaban entre poblados alertando la llegada del séptimo de caballería. ¿No sería más efectivo un comunicado de prensa, un twitter, un mensaje de Facebook, un whatsapp, un line, o algo similar?"

El maxilar inferior se me desplaza hacia abajo dos centímetros sin que pueda evitarlo. No recuerdo una elocución de mi protegido cubano tan larga y tan elaborada desde un día que me contó, sin ningún tipo de intervalo por en medio, el argumento de Tadeo Jones; una película española de dibujos, que encima fue a ver con el imbécil de Herodoto, para más INRI, nunca mejor dicho. Tampoco recuerdo que hayamos hablado de este tema antes, puesto que Agador es aficionado a memorizar mis elocuciones y a repetirlas como si fuera mi "lorito bonito", así que me deja helado su respuesta. Todo ha salido de él, de la sustancia gris que rellena su preciosa bóveda craneal etrusca, tallada con buril por los propios dioses, sin lugar a duda. La inocencia tiene estas cosas, como cuando un niño te desarma con una frase hecha de palabras pueriles, ante argumentos de adulto excesivamente elaborados.

"Agador. Es una tradición nada más. Se trata de algo simbólico", le digo, algo nervioso y molesto conmigo mismo, por no encontrar otro argumento más plausible y/o convincente en ese momento.

Silencio por su parte, y una mirada fresca y ausente de cualquier duda que vuelve a mirar a la pantalla. Las fanfarrias anuncian la salida del elegido, ante una muchedumbre que llora en primer plano entre desconsolada y alegre.

"Ahí sale", me dice, dando un bote en el sofá. "Oh, pero no es el negro"

"Pues no, es el Argentino, Aga"

Le miro y me sorprende su repentino rostro sombrío. "¿Qué pasa?, le pregunto, entre extrañado y sorprendido".
"Nada, señorito. Que he perdido. Herodoto me dijo que apostara en betwin cincuenta dólares porque era casi seguro que el nuevo Papa sería negro. Por el tema Obama y tal. Ya sabe, maestro, los tiempos están cambiando y tal"

Y noto cómo la vena del cuello se me hincha. Voy a tener que bajar a la frutería china y hablar con Herodoto, aunque el mero hecho de franquear la puerta de tal inmundo negocio me repugne como si le pidieran a Hitler un análisis de ADN por una sospecha de paternidad con una judía.

@fredylarsan