Agustín era uno de los grandes. Pero de verdad. No de los que se dicen buenas palabras cuando ya no están y cuyo recuerdo perdura tan sólo entre sus familiares y allegados. Dejó huella. Muchos fueron los que aprendimos no pocas cosas de él. Un legado de lucha y pasión. De logros y fracasos. De risas y llantos. De amigos y compañeros que codo con codo y a brazo partido lo dieron todo. Lo dan todo.
Tribuna
Estos tiempos de fiestas en Torrelavega me hacen reflexionar. Parece que, durante unos días, la ciudad se vuelve a llenar de aquella luz que un día tuvo. Pero, nada más allá de la realidad, estamos hundidos. A la juventud nos ofrecen estas fiestas como nuestras.
Si sois jóvenes entenderéis que esto es una broma de mal gusto. Si ya no lo sois tanto, debéis saber que, la mayoría, no somos tan vagos y superficiales como nos pintan. Pensamos en lo que se nos viene encima. Es duro ver cómo los sucesivos equipos que pasan por el ayuntamiento se ríen de nosotros.
En estas fechas, su medida estrella en nuestro favor es la de legalizar, durante La Patrona, el «botellón» en el Auditórium. ¿No es ridículo? A mí, personalmente, me duele ver cómo se olvidan de nuestro futuro. Crecemos sabiendo que vamos a tener que emigrar, que alejarnos de nuestra familia y amigos. Solo nos queda seguir preparándonos para engrosar las filas del paro. Vivimos en una ciudad ruinosa, donde el único plan de nuestros gobernantes para salir del bache es el de volver a empezar el camino que nos llevó a él.
Las solicitudes a las subvenciones al arreglo de fachadas superan las cifras de los últimos ocho años
El número de solicitudes a las subvenciones al arreglo de fachadas en Torrelavega ha superado las cifras de los últimos ocho años, con un total de 63 peticiones para obras de restauración, conservación o mantenimiento de edificios. La convocatoria estaba…
Hace unos días, participé en una interesante mesa redonda, sobre la soberanía, en varias de sus vertientes, y me quedó un mal sabor de boca. Fui invitado como alguien que tiene cierta experiencia en lo laboral y, en la mesa,…
Valoración del SUC sobre el proceso abierto por la convocatoria de Huelga General en Torrelavega
Ante el debate y sus consecuencias entorno a la convocatoria, por los sindicatos UGT, CCOO y SUC, de una Huelga General, en la ciudad de Torrelavega, para el pasado 18 de Julio, el Sindicato Unitario manifiesta lo siguiente: 1. Nadie…
Las marzas, los bolos y rabel han sido considerados por el Gobierno de Cantabria, Bien de Interés Cultural Inmaterial. Buena elección la de estas tres manifestaciones culturales que, sin duda, contribuyen a afirmar nuestra identidad como región. Nadie puede dudar que los bolos son nuestro deporte vernáculo por excelencia; o el arraigo del rabel como instrumento musical que para sólo o acompañando a coplillas se implantan en lo más profundo de nuestro folclore. También, las marzas profundamente enraizadas en nuestra región y cuyo significado trascienden más allá de ser unos cantos, aplicadas a una fecha determinada o por su acción petitoria. Las tres manifestaciones forman parte de nuestro patrimonio etnográfico más arraigado.
Para conmemorar dicha Declaración, la Consejería de Cultura organizó una gala en el Palacio Festivales, sobre estas tres manifestaciones culturales, haciendo un recorrido por cada uno de los nuevos BIC.
Pareciéndome todas interesantes, por ser «marcero», voy a centrarme en la Sección MARZAS. Los Marceros de Polanco tuvimos el honor de compartir escenario y representación con otros dos grupos de exquisita categoría: la Asociación Ronda Marcera de Torrelavega, agrupación numerosa, compuesta por miembros de varias grupos corales de la capital del Besaya y el Coro Ronda Altamira, veterana y afamada agrupación coral de la capital cántabra. Nosotros, los Marceros de Polanco, somos un grupo de vecinos que nos reunimos únicamente para cantar marzas el último día de febrero y primero de marzo e ir de ronda, casa a casa, por todo el municipio; suponemos, preservar la esencia rural de la tradición marcera.
Desde el Sindicato Unitario de Cantabria queremos denunciar la criminalización que estamos sufriendo los trabajadores en el ejercicio de nuestro derecho de huelga. La reciente sentencia contra los dos jóvenes de Torrelavega que participaron activamente en la última huelga es la dosis de represión que quieren que paguemos aquí (265 encausados se enfrentan a un total de 120 años de prisión en el Estado Español). Una sentencia cuyo objetivo es extender el miedo entre los trabajadores y poner freno a las movilizaciones de todo tipo que se están produciendo en los últimos tiempos.
Queremos llamar la atención concretamente sobre la ofensiva contra el derecho de huelga y reivindicar el papel de los piquetes cuya labor es imprescindible para garantizar nuestro derecho.
Rabia, coraje, impotencia,… son sólo algunos de los sentimientos que me han aflorado cuando me llamaron para informarme de la sentencia contra los dos COMPAÑEROS detenidos en Torrelavega durante la Huelga General del 14 de noviembre de 2012.
Por desgracia, sobre todo en los últimos meses, cada vez es más habitual leer información sobre imputaciones, detenciones y condenas contra trabajadores y sindicalistas que defienden su puesto de trabajo o sus condiciones laborales, o contra ciudadanos que luchan por su dignidad, porque no les quiten su techo, contra la injusticia, contra el atropello, contra el abuso de poder de este sistema que cada vez huele más a podrido.
En el caso de los COMPAÑEROS, estaban, junto con cientos de ciudadanos de Torrelavega entre los que me encontraba, secundando una Huelga General y animando a todos los trabajadores a que se uniesen al paro y a la protesta ante el mayor ataque contra el derecho de los trabajadores y trabajadoras de este país en los últimos 30 años. Son días donde es normal que se produzcan momentos de tensión, disputas, pequeños altercados. Sin embargo, en 3 Huelgas Generales que he vivido de forma muy directa por la responsabilidad que tenía en mi sindicato, sólo he visto 2 incidentes de consideración: uno fue ocasionado por un empresario que perdió la cabeza y que pudo ocasionar una desgracia sobre todo por la falta de efectivos policiales, y el otro fue precisamente por lo contrario: por la presencia y, en mi opinión, el abuso de efectivos policiales. Y digo abuso porque intervinieron solamente cuando se vieron en clara ventaja, y con el único objetivo, desde mi humilde sentir, del escarmiento.
Hubo un hecho que hizo que el grupo de los dos COMPAÑEROS fuese débil en cuanto a número, y fue que una parte importante del piquete tuvimos que marchar con urgencia en apoyo de los trabajadores, (entre los que me encuentro), de la empresa Bridgestone en Puente San Miguel, puesto que la guardia civil estaba preparándose para cargar contra ellos. Se puede decir que evitamos la agresión de la benemérita pero, por el contrario, favorecimos involuntariamente que intervinieran los nacionales.
Ya de regreso de Puente San Miguel, yo me encontraba en la Plaza Mayor organizando la salida de la gran manifestación que iba a transitar por distintas calles de Torrelavega, cuando recibí una llamada que me informaba de la detención de los COMPAÑEROS y, casualidades de la vida, estaba hablando y contando lo ocurrido durante la jornada a un buen amigo y gran abogado, que ha trabajado en numerosas ocasiones para el sindicato, al que le pido el favor de que se persone en comisaría para asistirlos como letrado.
La manifestación sale y cuando la gente es informada de la detención se decide cambiar el recorrido y acabamos las miles de personas frente a la comisaria exigiendo la puesta en libertad de nuestros COMPAÑEROS.
Luca es un crío de cinco años que acaba de «descubrir», en el patio del colegio, la pasión por el fútbol. Si le preguntas de qué juega él, te dice que de «quitador». La RAE dice que quitador es el que quita. En lenguaje futbolístico, quitador sería el defensa. A Luca, defensa aún no le suena, pero sí tiene claro cuál es su cometido en el juego: quitar el balón al contrario, o sea, defender. Su lenguaje puede que confunda la parte con el todo, pero es un lenguaje concreto que cualquiera entiende.
Vivimos en un mundo en que muchas de las palabras que usamos han perdido su significado original, se han reducido a uno sólo de sus significados o, simplemente, no significan nada. Sobre todo en política, donde los discursos, las promesas, los programas juegan un papel importante, especialmente en las campañas electorales, dar un sentido claro a las palabras que usamos debería ser primordial. Palabras como «Transición», «clase», «casta», «partido», «elecciones primarias», «indignación», ilusión», muy en el candelero últimamente, merecen una reflexión. Empezaré por «La Transición» y, en siguientes entregas, reflexionaré sobre las demás.
Según la RAE, transición es «el paso de un estado a otro, de un modo de ser a otro». Pero, generalmente se usa ese término para referirse a un período de nuestra historia reciente, que algunos sitúan desde la muerte de Franco hasta la Constitución y que otros extienden hasta estos días, hasta la abdicación de Juan Carlos I. Sobre esa realidad se han montado muchos discursos políticos. Unos, ensalzándola como un emblema de nuestra identidad, otros como algo aparente, fraudulento, engañoso, caduco, agotado, de lo que hay que pasar página. Pero unos y otros se circunscriben a esa transición, unos para perpetuarla y otros para buscar una alternativa que la sustituya.