Agustín era uno de los grandes. Pero de verdad. No de los que se dicen buenas palabras cuando ya no están y cuyo recuerdo perdura tan sólo entre sus familiares y allegados. Dejó huella. Muchos fueron los que aprendimos no pocas cosas de él. Un legado de lucha y pasión. De logros y fracasos. De risas y llantos. De amigos y compañeros que codo con codo y a brazo partido lo dieron todo. Lo dan todo.
OPINIÓN
En la anterior entrega, recorrimos los recuerdos más próximos al cruce de «Cuatro Caminos»; hoy vamos a revivir sus alrededores, lo que actualmente se ha dado en llamar Barrio de Quebrantada.
Sin embargo, nuestro relato de hoy parte recordando el punto absolutamente central del Barrio de Cuatro Caminos, que no es otro sino el «semaforillo» que colgaba en el centro del cruce sustentado por cuatro cables, que en diagonal, señalaban irremisiblemente la posición del «Guardia de Cuatro Caminos». Horas de Ángel Quintanilla, bailando el tráfico de la ciudad… Era un semáforo tan humilde que solo tenía un color y tan humano, que su único aviso era un parpadeo. Alguien me cuenta que, siendo Acalde Javier Marcano, decidió eliminar ese semáforo como prueba irrefutable del salto de ese cruce a su nueva vida. Con la entrada en funcionamiento de la circunvalación de Torrelavega y la del Boulevard Ronda, Cuatro Caminos dejó de ser irremediable, para pasar a ser una zona de tránsito tan vulgar como razonable y moderna. Casi del siglo XXI…
Desde que mi amigo Guillermo me propuso depositar su confianza en mí para acompañarle en la aventura del portal «hoytorrelavega», estuve pensando cual sería la primera fotografía que iba a acompañar nuestro debut.
Para ello, pensamos detenidamente qué era lo que nos proponíamos con esta sección. Solamente sabiendo dónde quiere uno llegar, podemos determinar de dónde debemos salir. Lo teníamos claro. Queremos una sección nostálgica, que no histórica. No vamos a pretender aportar datos y más datos históricos que están en los libros a disposición de interesados y eruditos. Colocaremos una fotografía en el monitor de nuestros seguidores, e intentaremos, con unas líneas, estimular sus recuerdos. Sonidos, olores, personas, anécdotas… años de juventud, de bailes, de bromas, de tardes de fútbol, de bolera, de colegio…
«Un médico cura, dos dudan, tres muerte segura». Refranero español
El 12 de Diciembre de 1799 George Washington se sintió algo resfriado cuando regresó a su rancho por la tarde. Sus sospechas se confirmaron al día siguiente cuando comenzó a sentir un fuerte dolor de garganta. Ante la sugerencia de su secretario para que tomara algún medicamento, respondió con sorprendente ronquera: «Sabes que nunca tomo nada para el resfriado. Como ha venido se irá». Pero, lejos de mejorar, el sábado se sintió febril y mal dispuesto. Apenas podía hablar y respiraba con dificultad.
El doctor James Clark, que había servido junto a Washington en mil batallas y era el médico de la familia, fue requerido para valorar el estado del Presidente. Decidió que el tratamiento más adecuado sería una sangría, que realizó el capataz de la granja, de reconocida habilidad en estos procedimientos. Mientras, preparó una mezcla de melaza, vinagre y mantequilla para mitigar las molestias en la garganta, pero Washington no pudo tragar una gota. Horas después la situación clínica empeoraba a pesar del tratamiento, por lo que el Clark indicó un nuevo preparado, con té y vinagre, para que el paciente hiciera gárgaras, prescribiendo también otra sangría.
Alrededor de las once de la noche se encontraba casi agónico. Clark solicitó ayuda a los doctores Brown y Dick, y mientras esperaba a sus colegas repitió la sangría, sin resultados positivos.
Una vez reunidos, los tres doctores examinaron a Washington. Clark y Brown eran más experimentados que Elisha Cullen Dick, que en aquel entonces contaba treinta y siete años. Según los registros de la época, Brown fue bastante taxativo en su diagnóstico: amigdalitis. Clark mantuvo una actitud dubitativa al inicio, pero acabó por estar de acuerdo.
Partiendo del barrio de Tarriba, en la localidad de San Felices de Buelna, podemos acercarnos a uno de los más bellos de entre los escasos bosques que nos quedan en la cuenca del Besaya. Crece en la llamada valleja de las Tejas, que da nombre también al monte, en cuya entrada se encuentra una de las joyas más desconocidas del arte rupestre cantábrico.
La visita a este paraje se inicia desde el pueblo (o barrio) de Tarriba, que ha de atravesarse por completo para seguir por una pista asfaltada que se dirige hacia el monte. Esta pista va atravesando un paisaje cada vez menos «humanizado» y más natural hasta que, a menos de dos kilómetros del pueblo, nos encontramos con un sendero (señalizado) que asciende por la izquierda hacia una pared rocosa de la montaña en cuya base nos vamos a encontrar con un gran abrigo rocoso bajo el cual se abre la Cueva de Hornos de la Peña.
Un día del mes de octubre Guillermo me llama por teléfono, me dice ser conocedor de nuestro trabajo por medio de nuestra presencia en los medios, donde los temas tratados del SOAM y la Casa de los Muchachos enfocados hacia la infancia y familia le han gustado y preocupado, motivo por el cual me propone que escriba en la tribuna de un portal de comunicación que esta diseñando. Conocedor de la experiencia que el SOAM y la Casa de los Muchachos tiene en el ámbito educativo con la población infanto juvenil nos invita a que plasmemos por escrito nuestras actividades, y las líneas educativas que vamos descubriendo desde la experiencia del día a día con nuestros chicos y familias. La propuesta de Guillermo me asusta, yo no soy un escritor de pluma fácil para plasmar lo que me pide, pero su insistencia hace que acepte la invitación. En la primera aportación, me voy a introducir en nuestra historia, los inicios de esta aventura que defino «ayudando a crecer».
Debo escribir sobre educación. Hay tanto que decir que no sé por dónde empezar… Tengo que aclarar que cuando hablo de educación lo hago de la Educación Pública (escrito así, con mayúscula) o de aquella que, siendo concertada asume los valores que implica la educación como servicio público, como medio para que nuestros niños y niñas accedan a la igualdad de oportunidades y posibilidades y se consiga en este país una sociedad más igualitaria, mayor cohesión social. Creo que voy a decir generalidades, cosas que toda la ciudadanía ya sabe pero por si hay alguien que todavía no ha pensado en el tema ahí van algunas simples reflexiones.
Estamos muy frustrados porque quedamos muy mal en las evaluaciones internacionales pero ¿nos damos cuenta de dónde partimos? ¿De qué todavía en los años setenta del siglo XX había un índice importante de analfabetismo en nuestro país, cuando en lo que llamamos países de nuestro entorno ya habían olvidado lo que era eso?
SEXO y más SEXO. Ahora que tengo toda su atención (es la única manera de recalar la atención de las mentes más débiles hoy en día), quiero contarles lo que a su vez me contó una pareja amiga durante la proyección de «Lo imposible» este último fin de semana. Prestigioso médico él, adorable y abnegada enfermera ella, observaban cómo la rubia protagonista, Naomí Watts (nada mal para quien ha tenido tres hijos, comentaba mi amigo médico), acababa de vomitar «petróleo enredado en un cordel como de algas» (o una porquería similar) que salía por la boquita de piñón de la rubia protagonista, y un italiano recorría las camas del hospital llamando a «Franchesca» desesperadamente. Justo en ese momento comenzó a oírse otros gritos desesperados: «la luuuuz» «la luuuuz», e inmediatamente, «un médicooooo», «un médicooooo».