Agustín era uno de los grandes. Pero de verdad. No de los que se dicen buenas palabras cuando ya no están y cuyo recuerdo perdura tan sólo entre sus familiares y allegados. Dejó huella. Muchos fueron los que aprendimos no pocas cosas de él. Un legado de lucha y pasión. De logros y fracasos. De risas y llantos. De amigos y compañeros que codo con codo y a brazo partido lo dieron todo. Lo dan todo.
OPINIÓN
Ha pasado ya un año desde aquel fatídico 28 de diciembre del 2012, cuando la dirección de la empresa de SNIACE soltaba la peor inocentada que cualquier trabajador pueda imaginar. Aquel día era el comienzo de una andadura muy difícil para los más de 500 trabajadores de la factoría.
En este cruel aniversario, el balance de situación es negativo. No se ha obtenido lo que se anhelaba desde el principio, que era la reapertura de la factoría, pero está claro que si habéis obtenido el respeto y el cariño de toda la Comarca.
Habéis luchado, habéis llorado, os habéis manifestado (siempre pacíficamente), habéis ido, habéis venido, habéis gritado, habéis escuchado…pero nunca os habéis rendido.
Podría haberme acogido al maldito tópico de que no me gusta la Navidad y haberme «escaqueado» de escribir esta entrega. Pero… (ojo a la contundencia)… ¡ No me da la gana ! Y no me da la gana porque a mi, la Navidad, me encanta.
Reconozco que hay momentos en la vida en que la Navidad es maravillosa, y otros en que realmente es una temporada muy dura. Desde esta sección, y por primera vez, haré una dedicatoria muy especial para todos aquellos lectores que me siguen, y que lo estén pasando mal; no solo por la pérdida de personas queridas, sino también por los tiempos difíciles que algunas familias viven. En mis ansias de positividad, os pediría a los que las cosas os marchan bien, que os acordéis de quien cerca de vosotros pueda necesitar algo, y a los que estáis viviendo problemas, que os deis cuenta de la generosidad de los que os rodean y al menos disfrutéis de ella.
Cada tres años, al hacerse públicos los resultados de la evaluación internacional de nuestro alumnado, comienza el llanto y crujir de dientes y nos rasgamos las vestiduras a causa de los supuestos malos resultados (según algunas opiniones, desastrosos) obtenidos por nuestro país.
Por si alguien tiene dudas, el informe PISA (Informe del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes) es una prueba que realiza la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos cada tres años en 65 países del mundo y que mide las destrezas en matemáticas, lectura y ciencias de chicos y chicas de 15 años. Es una prueba similar a las de inteligencia, porque apenas evalúa conocimientos ni la aplicación de estos, sino que la mayoría de los ítems son deducibles, por lo que el currículo escolar no es decisivo. Por tanto, desde mi punto de vista el estilo de enseñanza tiene más peso en esta prueba que los contenidos en sí.
Esta entrega tendrá dos partes. La primera he optado por llamarla «¡Me come los higados!» y la siguiente se llamará «Hace a los niños gigantes».
Y os preguntaréis a qué viene esto, ¿verdad? Fácil de entender; yo os lo explico. Hoy hablaremos de qué comíamos; vamos… de qué es lo que había. En la próxima, hablaremos de qué es lo que no había…
He ilustrado la entrega, como siempre, con una fotografía: un filete de hígado con patatas. Este era quizá el caballo de batalla de la época. Sin embargo, a mí me gustaba, y me sigue gustando. El filete de hígado es la cruel prueba de como nos hemos esclavizado de los endocrinos, nutricionistas, y demás doctos cuidadores de organismos. Antes era un alimento rico que aportaba mucho hierro y era fundamental para nuestro crecimiento (vamos, como si en vez de rodillas tuviéramos bisagras, o como si fuera verdad que a alguno le faltaba un tornillo). Ahora es «puro colesterol»; vamos, que solo con mirarlo tu ateroesclerosis es galopante sin haber herrado el equino (con el hierro del hígado de los sesenta…)
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Había filetes pero de los que llamaban «de contra», que eran más baratos. Y por encima de todo había legumbres. De todos los tipos y tamaños. También había patatas: en salsa verde, con arroz, con chorizo, con carne «de aguja»… Entonces las había con puerros y un poco de bacalao, y no nos gustaba nada. Ahora, se llama «porrusalda» y es un manjar propio de los mejores txokos del ensanche bilbaíno. Las que se cocían con chorizo, ahora se llaman «patatas a la riojana» y son la gran delicia gastronómica de la más atractiva Rioja. Cambian los tiempos, y los paladares.
En este artículo quiero reflexionar sobre la situación de los menores ante la crisis que estamos viviendo y como les afecta. Cuando hablamos de la infancia decimos que nos preocupa, les queremos proteger etc. Tenemos un marco normativo amplio que nos lo recuerda:
-La convención de los derechos del niño de Naciones Unidas, ratificada por el estado Español en 1990, donde los estados tienen la obligación de garantizar los derechos del niño.
-La carta Europea de los derechos del niño, donde obliga a los estados miembros a garantizar la educación, necesidades básicas.
-La constitución española recoge que los poderes públicos tienen la responsabilidad de la protección integral de los niños/as
-El Código Civil, nos dice la necesidad de atenderles cuando queden privados de las necesidades asistenciales.
-Las legislaciones autonómicas, ley de infancia, planes y reglamentos ofrecen niveles altos de bienestar.
Esto decimos los adultos de los niños, pero los niños no votan, no hacen manifestaciones y en ocasiones son los últimos en tener en cuenta cuando deben ser los primeros en proteger.
Siempre pensamos que «ser uno más de la familia» era una frase de las que se llaman «hechas» y que era aplicable a todos aquellos que nos rodeaban en la vida cotidiana de nuestras familias, como una asistenta, el portero de casa, un primo aventajado, o nuestro perro. Pero hace años, había otro ser que aún perteneciendo al género inanimado, formaba parte de nuestra familia. Y ese era nuestro coche.
No me preguntéis por qué era así, y solo pensad en la tristeza que producía cambiar de coche y dejarlo allá donde se pactó su cambio de titularidad, ya fuera un desguace, un concesionario, o la casa de su próximo e indigno nuevo dueño. A sensu contrario, no os perdáis recordar el efecto que producía volver a verlo por la calle después de haber sido sustituido por un «último modelo». Casi, casi, era como el retorno del emigrante que faltó cuarenta y siete años de su pueblo. Curioso. Sin duda.
Uno de los proyectos más exitosos de movilidad en Europa se llama «Erasmus», programa según el cual alumnos de educación superior (universitarios, F.P. superior y enseñanzas artísticas superiores) pueden estudiar durante unos meses en un país europeo diferente del suyo de residencia. Para que este proyecto esté al alcance de todos, está dotado de becas cofinanciadas por la Unión Europea y por los diferentes estados miembros. España es el país que más «Erasmus» envía y recibe: unos cuarenta mil estudiantes españoles disfrutan este año de una beca de este tipo.
¿Por qué es tan importante este proyecto? Si consideramos la educación como el medio de conseguir una sociedad más justa e igualitaria, el acceso a ella debe ser posible para todos, sea cual sea su condición social. Este es, a mi juicio, el papel que cumplen las becas Erasmus: cohesionan, ofrecen igualdad de oportunidades a nuestros jóvenes, coadyuvan a su formación y, por tanto, mejoran nuestra sociedad y nuestro futuro como país.
Ya está aquí. La moción de censura al Partido Popular parece que no tiene vuelta atrás. Al parecer, si no cambian las cosas, el PSOE y PRC van a coger las riendas de Torrelavega. Apenas quedan 18 meses para las próximas elecciones y ambos partidos han decidido que la ciudad no puede seguir en la deriva a la que está sometiendo el Partido en el gobierno, con Ildefonso Calderón a la cabeza.
Se pueden dar varias lecturas de esta moción de censura. Una para los partidos políticos y otra para los ciudadanos, para Torrelavega.