Agustín era uno de los grandes. Pero de verdad. No de los que se dicen buenas palabras cuando ya no están y cuyo recuerdo perdura tan sólo entre sus familiares y allegados. Dejó huella. Muchos fueron los que aprendimos no pocas cosas de él. Un legado de lucha y pasión. De logros y fracasos. De risas y llantos. De amigos y compañeros que codo con codo y a brazo partido lo dieron todo. Lo dan todo.
OPINIÓN
El pasado 21 de enero leíamos la noticia de que el concurso para adjudicar la gestión de la Escuela de Circo de Torrelavega había quedado desierto debido a un recorte en el presupuesto del 50%.
Una lástima que nuestro gobierno municipal deje perder un proyecto por el que han pasado más de 800 personas y que es un referente fuera y dentro de nuestra región.
En momentos como este en el que por fin estamos consiguiendo en Cantabria «Muncipios Libres de Circos con animales» y abogamos por un nuevo circo como un lugar lleno de magia, arte y alegría y en el que el maltrato de animales no tenga cabida, que nuestros gobernantes municipales dejen perder un proyecto como este, iniciado en 2005, y que ha tenido una altísima participación y calidad, no tiene nombre.
La Escuela de Circo es una herramienta que promueve y potencia el desarrollo de habilidades físicas, artísticas y sociales, en niños, jóvenes, y adultos.
Hoy en día, los juegos circenses forman parte de la cultura corporal humana e incluso se integran en la educación física. Fomentan la creatividad, la cooperación y participación, la interculturalidad, la expresión corporal y habilidades y capacidades como la coordinación, concentración, equilibrio, ritmo y un largo etc. Además, contribuyen al desarrollo de las relaciones culturales de una forma agradable y entretenida, proporcionando un rato de risa y diversión que ayuda a nuestro bienestar psicológico.
Hay que ser más sensible con la dura realidad de millones de personas. El Gobierno, debe asumir que el crecimiento, la actividad económica y el empleo de calidad siguen siendo sus asignaturas pendientes.
Cuando a los ciudadano/as les llegan mensajes tan dispares como los que venimos escuchando durante el 2014, con un totum revolutum de sentimientos tan encontrados, donde el Gobierno ha querido transmitir la idea de que ha sido el año del despegue, de la recuperación económica, el año en que se empiezan a ver los brotes verdes y resulta que solo se divisa el descubierto de las raíces de las reformas llevadas a cabo, lo único que se puede constatar, es que sigue sin haber empleo y los descensos en número de desempleado/as de las que se vanagloria el gobierno son consecuencia de la desesperación de los que deciden no renovar su cartilla porque no encuentran empleo, la salida al exterior en busca de futuro y puede que de la creación de empleo, empleo más precario que con el sueldo de uno pagan a dos, empleo más precario con peores condiciones laborales por no hablar de la temporalidad y los abusos empresariales.
Uno de los objetivos contemplados por el Gobierno del PP a través de la aplicación de la Reforma Laboral ha sido, y aún es, debilitar a los sindicatos y para ello escogió socavar el principal ámbito de su actuación: la negociación colectiva. Descuelgues de convenios, fomento de los acuerdos de empresa frente a los de carácter sectorial (habitualmente más ventajosos para los trabajadores) o la limitación a un año de las cláusulas de ultraactividad, han constituido la punta de lanza de un más que evidente intento de poner en tela de juicio la capacidad de los sindicatos para fijar condiciones laborales a través de pactos.
Frente a esta determinación la UGT ha venido desarrollando un plan estratégico para contrarrestar los efectos indeseados que las políticas del PP han ocasionado en el ámbito de las relaciones laborales y salvaguardar el conjunto de derechos adquiridos por los trabajadores y trabajadoras tras años de arduos esfuerzos en las mesas de negociación con los empresarios.
Iniciativas concretas como la «Guía Sindical para la reforma laboral» de julio de 2012, el «Manual de recomendaciones para la negociación colectiva en materia de ultraactividad» de septiembre de 2013, junto a las indicaciones que se han venido efectuando en aquellos otros aspectos que no han sido modificados por la Reforma, han servido para contrarrestar el impacto alcanzado en los primeros dos años de su aplicación y vislumbrar, en estos momentos, una incipiente recuperación en el número de compañeros y compañeras que se hayan protegidos por un convenio.
Y se iba. Cuando éramos niños, la leche no venía en brick, ni en botella, sino que llegaba a casa a granel y la traía el lechero. Luego había que hervirla, y siempre «se iba». La bronca era irremediable por dejar que la leche «se fuera».
Cuando éramos niños, había algunos personajes que eran… «como de la familia». Exactamente así. Y uno de ellos era el lechero. Llegaba todos los días a la misma hora, eso sí: excepto los domingos. Y sin quererlo se convertía en el despertador de la familia porque había que abrirle la puerta, y acercarle el cacharro para que nos dejara la medida estándar de nuestro consumo diario.
Resultado de comprar la leche al señor lechero, además de su calidad, era el disponer siempre en la nevera de una tacita con «las natas». Aquellas natas daban mucho juego; desde los bizcochos que hacían nuestras madres o los bocadillos donde las arreglábamos con azúcar, hasta vestir de auténtico lujo a las fresas (a aquellas fresas de entonces irrepetibles ahora), y sobre todo los ataques furtivos de nuestro dedo índice a escondidas y en voz baja…
Si la leche en su momento de ponerla a hervir se agarraba, el gusto a quemado se repartía de forma discrepante entre los miembros de la familia: para algunos se convertía en imposible de ser ingerida y para otros ese gusto resquemado mejoraba de largo el grato, cálido y agradable sabor del arroz con leche.
Deleznable. Creo que es la palabra que mejor define lo ocurrido el pasado 28 de Noviembre en Cabárceno cuando 8 lobos adultos fueron matados a tiros.
Aunque los responsables del parque insisten en que se trató de un sacrificio y que en ningún caso hubo crueldad, ya que los ocho adultos fueron sedados para evitar cualquier sufrimiento, resulta paradójico que una vez sedados les maten a tiros, cuando lo lógico hubiera sido (suponiendo que la acción tuviera algún tipo de justificación, que no la tiene) una inyección de fármacos.
Se justifican diciendo que la decisión fue tomada con fin de mantener la viabilidad de uno de los grupos y garantizar la existencia de la especie en Cabárceno, alegando criterios conservacionistas.
Se vanagloria Ignacio Diego de ser, cual Sancho Panza en la afamada Ínsula de Barataria, un gobernante acertado y cabal en la resolución de los gravísimos problemas que afectan a los ciudadanos de sus «pagos». Así le hemos visto en estos últimos días haciendo declaraciones en las que se reafirma en las bondades de su Gobierno y en como éstas han puesto fin a la crisis en Cantabria.
Para los que vivimos en el apego a la verdad tales afirmaciones nos suenan a literatura barata e imaginación de mal gobernante que pretende vestir de galas una realidad social que luce harapienta.
La nueva ayuda a parados de larga duración sin ingresos y responsabilidades familiares, cuyo importe será de 426 euros mensuales, representa un coste estimado de entre 1.000 y 1.200 millones de euros (no previstos en los Presupuestos) y elevará la tasa de cobertura de protección por desempleo entre siete y ocho puntos, hasta situarse en el 65%, y beneficiará a cerca de 450.000 personas».
El objetivo fundamental era evitar que este colectivo quedase excluido de manera permanente del mercado de trabajo, además del aumento de la tasa de cobertura y reducir la pobreza y la exclusión.
Siguiendo con el epígrafe iniciado del «Compromiso de la palabra dada», que podemos traducir como «llamar a las cosas por su nombre y actuar en consecuencia» y que, cuando se trata de personas y colectivos, incluye también mencionar sus apellidos y siglas, me siento en la obligación de hacer un relato, balance y valoración del proceso, transitoriamente fracasado, de una iniciativa, por mí impulsada, para alcanzar una confluencia de personas corrientes, negativamente afectadas por las políticas de recortes y austeridad imperantes, y de organizaciones y colectivos que luchan contra dichas políticas.
El fracaso «puede que sea de Gruber» por no haber acertado en el planteamiento, pero la responsabilidad alcanza a todos quienes han dicho creer en el proceso, han participado en él y, sobre todo, alcanza a las organizaciones o grupos que, con su falta de implicación, en unos casos, o su excesivo protagonismo, en otros, han contribuido a la falta de entendimiento y, sobre todo, alcanza a quienes después han decidido libremente, por las razones que sean, abandonar el intento. Sin embargo, a quienes, desde el principio, declinaron participar, no les podremos achacar nada, salvo su falta de voluntad o de visión, que habrá que tener en cuenta.