-Señor, es usted obscenamente brillante.

-Bueno, no creas, Lucio.

-Rotondas… Magnífico.

-Fue una cuestión de cálculo. Imagine. Un cruce cualquiera, diez metros de diámetro, esto es, de extremo a extremo. Si un coche quiere continuar por la misma calle, recorrerá aproximadamente 15 metros; esto es, 5 metros de más que en línea recta. Si quiere ir hacia la izquierda de la otra calle de la intersección, recorrerá algo menos de 22 metros. Y, si quiere seguir su ruta por la misma calle en sentido contrario recorrerá cerca de 30 metros.

El ayuntamiento de Polanco ha rendido un pequeño homenaje a Julio Sanz Saiz durante la conmemoración de la fiesta patronal de san Pedro Ad-víncula. Ha sido un evento sencillo, sin boato, pero profundamente sentido; se ha pretendido buscar el efecto…

*Lucio Terán siempre afirmó que en este texto había un pasaje en el que se hace un guiño a Edgar Neville y a una de sus novelas. Lamentamos no haber podido localizar el pasaje del texto ni la novela aludida. Sin duda…

Un reciente estudio revela que la mitad de los votantes de Podemos e IU no creen en Dios. No aclara el estudio si los votantes creyentes de PP, PSOE y Ciudadanos, que son mayoría, creen en el Dios de la Santísima Trinidad o, más bien, en el dios-dinero u otros dioses.

El histórico himno de la izquierda, la Internacional, afirma que «ni en dioses, reyes ni en tribunos está el supremo salvador», entendiendo por tribuno a un «orador político que mueve a la multitud con elocuencia fogosa y apasionada» (Diccionario RAE). O sea, un piquito de oro, un encantador de serpientes o, simplemente, un charlatán. O, siendo más benigno, un político con poder de persuasión.

Las acampadas del 15-M, curiosamente, recuperaron la «vieja» conciencia que, durante décadas, los trabajadores y los pueblos, en general, tuvieron presente en sus luchas y organización. Todavía resuenan en nuestros oídos los debates, en aquellas interminables asambleas, sobre si había que elegir o no representantes o, simplemente, dotarse de meros portavoces: ninguna de esas posibilidades prosperó, «nosotros mismos realicemos el esfuerzo redentor». Ni líderes ni, mucho menos, líderes indiscutibles.

La fiebre quincemayista, en esto como en otras muchas cosas, exageraba, pero apuntaba claramente en una dirección: todo el «aparato político tradicional», basado en estructuras jerárquicas y piramidales, NO NOS REPRESENTA. Y esa corriente, esa necesidad de cambio, parece haber contagiado a todos los partidos, muy a su pesar de algunos. El que más o el que menos afirma que desea el cambio y que está tomando medidas, lanzándose al cuello de todo aquél al que se le coge en un renuncio.

En nuestra sociedad, la palabra adolescencia va asociada a conflictos. Muchos padres, cuando su hijo llega a esta etapa se encuentran con un niño que ya no lo es y no saben cómo actuar ante sus demostraciones de rebeldía, inconformismo, desobediencia, actitudes de salirse con la suya, engaños…

La adolescencia es un proceso más de aprendizaje y como educadores, nuestro papel no es evitar los riesgos que se puedan encontrar, sino facilitar las herramientas para afrontarlos.

En esta etapa de transición entre el «mundo infantil» y el «adulto joven» es necesario adaptar nuestra forma adulta de entender las cosas a la del adolescente. Si conocemos sus cambios le comprenderemos mejor, esto nos ayudará a modificar nuestra manera de educar y relacionarnos de forma más eficaz, mejorando la comunicación con él.

La costumbre política en nuestro país establece un período de gracia de 100 días para aquellos gobiernos que salen de las urnas cada cuatro años en consideración al necesario período de transición entre los equipos salientes y los recién llegados. La «moratoria», no obstante, no nos impide a quienes representamos las organizaciones en las que se articula la sociedad aprovechar ese tiempo para recordar en reuniones o cualquier otro medio cuales son las expectativas que nos suscita ese cambio de responsables políticos en las instituciones.

No es una novedad cuáles son los planteamientos que la UGT ha defendido para la Comarca del Besaya con el objetivo de salir de la crisis pero no está demás hacer un ejercicio de reflexión sobre aquellos aspectos en los se cimenta nuestra propuesta y que fue presentada a los candidatos que visitaron nuestra sede durante la pasada campaña electoral.

Pasaron las elecciones y las investiduras. Cada cual ha tomado las decisiones que ha creído oportunas o conformes a su manera de entender la política, a su ideología, o a los compromisos adquiridos. Y ha llegado el momento de pasar de las palabras a los hechos. Nos están gobernando. Y, por los hechos les podremos juzgar.

Manifiesto ser votante de ACPT, pero, esta vez, he votado en blanco, lo confieso. No he sido capaz de elegir. Y es que también comulgo, desde hace mucho tiempo, desde mucho antes de que Podemos naciese, con los principios sobre los que se presentó esta formación: «Hay que buscar la unidad con la mayoría de la gente», «no a las sopas de siglas», «hay que dar el poder al Pueblo», «hay que dejarle participar, más allá del voto cada cuatro años, más allá de escucharlo cuando llegan las elecciones», «hay que darle la oportunidad de decidir»… Pero una cosa es predicar y otra dar trigo. Y parece claro que no debe ser fácil dar ese paso.

Además, he votado en blanco porque ni ACPT, ni Podemos (Torrelavega Puede) responden hoy a la idea que me había hecho de ambas formaciones. Posiblemente, la culpa o el error sean míos. Lo siento.

Las seis de una tarde de primavera era un buen momento para pasear por Ciudad Crujiente. La leve brisa aligeraba los rigores de un calor que se había adelantado unas semanas. Zoilo y yo íbamos a cruzar por un paso de peatones. Pero, ¡ops!, en la acera había un descapotable que impedía el cruce.

Zoilo me señaló un banco de la plaza cercana. Nos sentamos. La comisaria está a cincuenta metros de distancia. Y algo debería suceder. Pasaron peatones; todos rodeaban el vehículo y cruzaban de acera sin más miramientos. Llegó la grúa municipal; se detuvo por un instante junto al coche. Nos disponíamos a levantarnos para aplaudir al agente y al operario; en ese momento la grúa continuó ruta. Nos sentamos y continuamos a la espera. Algo debería suceder… o no.