Jue28032024

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O alguno, o nada

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Gruber

Llevamos meses soportando que "nos acusen" de haber promovido el "O Todos o Ninguno", en el tema Sniace.

Quienes eso nos achacan consideran que nuestra postura no sólo es romántica, utópica, fuera de la realidad, sino que, además, es perjudicial, por aquello de que más vale el mal menor que el mal de todos. Y que, en todo caso el "O todos o ninguno" es fruto de un idealismo que no conduce a nada.

Lo primero que hay que decir es que la postura mantenida en el mes de Setiembre pasado por los trabajadores y trabajadoras de Sniace no sólo fue apoyada por el Sindicato Unitario, sino también por la gran mayoría del Comité, y que obtuvo el respaldo unánime de los trabajadores y trabajadoras afectados que no son menores de edad.

Lo segundo es que lo que se rechazaba era el despido de doscientos ocho compañeros y compañeras. Porque jubilaciones sin dinero son equivalentes a despidos. Y porque, además, una parte ni siquiera podía pensar en jubilarse, sino que iba a quedar en la calle sí o sí. ¿Defender a estos compañeros y compañeras es romanticismo?

Pero es fácil darle la vuelta al tema.

A lo largo de la negociación, el Comité dejó claro que, a la vista de la situación, estaba dispuesto a hablar de reducción de plantilla y de ajuste salarial, aunque nunca de despidos. Todo se podía discutir si no se ponían sobre la mesa los principios dogmáticos de cada parte y se discutía sobre números y realidades prácticas y objetivas. Pero no fue posible. El que no quedase nadie desamparado defendido por el Comité se encontró enfrente con un inflexible "O alguno o nada" de la empresa. Tenía que haber despidos, por encima de todo.

Han pasado los meses, hemos vuelto a conversar. Hemos demostrado a la empresa que hay fórmulas para evitar despidos que permiten, a la vez, encajar el que no haya despidos con los números que la empresa plantea necesarios para que Sniace, no sólo pueda superar el concurso de acreedores en que se haya inmersa, sino que tenga viabilidad futura. Pero, claramente, nos hemos encontrado con el mismo escollo: la empresa no se conforma con ahorrar en salarios, quiere eliminar personas.

Su postura ni es romántica ni está fuera de la realidad. Tiene todo a su favor, las leyes, los tribunales, los administradores concursales, lo que hacen los demás empresarios a su alrededor, la resignación de muchos trabajadores y trabajadoras... y, sobre todo, la propiedad, es la dueña, puede imponer sus dogmas y principios... si les dejamos.

De momento, ahí están los trabajadores y trabajadoras, contra todos y contra sí mismos, porque el encierro les machaca, sí pero, al mismo tiempo, les une, les da fuerza, les da esperanza, y ésta es lo último que se tiene que perder.