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Las victimas silenciosas de la violencia de género

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Felix-Soam-okk
El 25 de noviembre celebramos el día internacional de lucha contra la violencia de género y aprovecho la cercanía de dicha fecha para reflexionar con este escrito sobre un tema angustiante en nuestra sociedad y, de una manera especial, en los menores que sufren esta realidad en sus familias.

Nuestra sociedad se siente preocupada e interesada por el problema de la violencia de género; se editan libros y se hace investigaciones sobre el tema. Sin embargo son más escasos los estudios y los datos sistemáticos que nos permiten conocer el impacto que este tipo de violencia tiene sobre los niños/as, adolescentes, ... que viven en el contexto de esta realidad.

La violencia doméstica o de género puede afectar a los niños de una forma directa, sufriendo las consecuencias físicas, o indirecta, sufriendo trastornos psicológicos, etc. Los niños que viven en un contexto de violencia se sienten privados de sus derechos y libertades, de su desarrollo integral, lo que causa un intenso sufrimiento en el menor, y cuyos efectos negativos aumentan en la medida en que la situación se cronifica.

Los niños no son víctimas solo porque sean testigos de la violencia entre sus progenitores, sino porque viven en la violencia, crecen creyendo que la violencia es una parte de relación normal entre personas adultas.

Los hijos e hijas de un maltratador crecen inmersos en el miedo y tienen muchas papeletas ganadas para ser candidatos a padecer todo tipo de trastornos como el estrés, depresión, trastornos de personalidad, miedos, ansiedad, comportamientos antisociales, violencia, etc.

Los niños que además de presenciar el maltrato hacia la madre, también son víctimas de esa violencia de una forma directa, pierden el sentimiento de seguridad afectiva, no confían en las personas que les rodean, no confían en el mundo, ... están a la defensiva.
Los niños cuando llegan al mundo lo hacen desde la inocencia y nosotros les enseñamos a ser violentos. Un estudio realizado en EE.UU. dice que la tercera parte de los menores que sufren la violencia directa o indirectamente, se convierten en adultos violentos.

La institución familiar es el agente socializador más importante, por lo que si crecen en un entorno violento aprenden a solucionar los problemas con violencia. Las chicas se suelen identificar con el rol materno, adoptando conductas de sumisión, pasividad, obediencia. Por su parte los chicos adoptan el rol paterno, posiciones de poder, privilegios, etc.

Para intervenir con los menores ante el maltrato debemos detectar lo antes posible esta situación por medio de unos indicadores:

1- Somáticos y fisiológicos: cicatrices, hematomas, marcas, trastornos alimenticios, ...
2- Actitudinales y emocionales: nerviosismo, ansiedad, aislamiento, desmotivación, tristeza, ...
3- Conductual: Absentismo escolar, miedo en regresar a casa, entrada temprana y salida tardía del cole, peleas, enfrentamientos, agresiones, ...

La intervención social con estos menores la podríamos enfocar en tres aspectos:

1- Emocional: escucha empática para normalizar emociones.
2- Cognitivo: educar en valores y creencias sobre los mismos.
3- Conductual: ayudarles en la inseguridad, favorecer la autoestima, la socialización.