Bailar los pajaritos en Benidorm

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Frederic-Larsan

Agador no entiende nada de Internet. Jamás ha tenido una cuenta de correo y dudo mucho que sepa para qué y cómo funciona. Es por ese motivo que no me inmuto cuando entra feliz en mi estudio esta tarde agitando un sobre blanco por encima de su brillante cabeza, diciendo que acaba de recibir una carta de su madre.

Le digo que se siente en el butacón de orejas enfrente de la chimenea mientras observo cómo su semblante pasaba de la alegría a la preocupación. Dejo el New York Times sobre la mesita, al lado de mi foto con Sinatra hace 20 años, y cruzo las piernas mientras espero a que me cuente lo que le preocupa.

"Hay una crisis muy importante en España, y van a recortar las pensiones", me dice, "y estoy preocupado por mi madre. Ella tenía mucha ilusión porque estaba a punto de irse a Benidorm con los jubilados, y me da miedo que lo recorten también y no pueda ir. Es la ilusión de su vida".

Suspiro mientras aliso la palma de la mano unas inexistentes arrugas de mis inmaculados pantalones. "Mira Agador", le digo sin levantar la vista inmediatamente, "hay una crisis enorme en el mundo, que actualmente se focaliza en Europa y más concretamente en España. Es lamentable que las personas que han trabajado y cotizado durante toda su vida tengan ahora que ver cómo sus retribuciones puedan menguar considerablemente. Lo siento por ella, pero, en fin, no pasa nada si llega el día que tu madre no pueda ir a Benidorm a bailar los pajaritos de María Jesús y su acordeón".

"Se equivoca señorito", me dice, con su ofuscación particular, y haciéndome lamentar rápidamente el último comentario. "A mi madre no le gustan los pajaritos y mucho menos molestarlos si son de la señora María Jesús, y jamás ha tocado el acordeón. Lo que no quiero es que le puedan cancelar el viaje, ya que ha pagado ya los 200 euros por adelantado".

"Mira Agador, querido", digo, sin intentar siquiera explicarle quien es María Jesús y su acordeón y el baile de los pajaritos, y mucho menos contarle que hoy en día esta acordeonista se dedica a tocar ese engendro musical a jubilados venidos de toda España, en un local de Benidorm. "Los viajes de jubilados es un lujo que tal vez España no se pueda permitir. No se trata de la cuantía del viaje en concreto. Aunque, la verdad, esos viajes cuestan bastante más de lo que tu madre ha pagado. El problema no es sólo que a tu madre le puedan anular el viaje, sino que el hecho de que no llegue a hacerlo tampoco favorece nada a la resolución del problema. Ten en cuenta que si tu madre no va a bailar los... es decir, si no va a Benidorm con todas sus amigas jubiladas, existirá un perjuicio enorme en todos aquellos negocios de hostelería de la ciudad, y por consiguiente la situación repercutirá en la economía de la comarca. Como ves, este es un círculo vicioso que te sirve muy bien como ilustración a lo que es una crisis económica: no hay dinero para gastar, por lo que los que tienen negocio no consiguen sacar adelante sus cuentas y la economía se resiente. ¿Lo entiendes ahora Agador?". "No".

No me sorprende su respuesta. Agador es un lince para llevar las cuentas de casa (de hecho es capaz de ahorrar de lo que le destino semanalmente para nuestra manutención e incluso, en proporción, consigue rentas superiores a las que mi corredor de bolsa obtiene con mi patrimonio personal), pero es incapaz de entender nada de economía global.

"Tampoco entiendo qué tiene que ver que los pajaritos bailen con que mi madre no vaya a Benidorm", me dice, consiguiendo lo de siempre: irritarme con inopinada terquedad.

Alargo la mano por encima de la mesita (pasando por mi foto con Frank), y cojo la chequera de piel. Cuatro minutos después le extiendo el cheque con 1.000 dólares. "Toma anda, no te preocupes más. Mándale este dinero a tu madre y dile de mi parte que se divierta".

 

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